15 marzo, 2011

La Mujer Perfecta y su final.


Doy inicio a este blog con mi apreciación de lo que fue el capítulo final de La Mujer Perfecta novela escrita por el celebre Leonardo Padrón y trasmitida por Venevisión.


En efecto tal y como decía la promoción una buena parte del país estuvo pegada a su televisor para ver el final de una telenovela que hasta cierto punto fue diferente, y que, en algunos casos, llegó a salirse de los clichés fastidiosos y predecibles de la mayoría de estas historias.


La telenovela tuvo sus altas y bajas, pero precisamente lo impredecible de la historia hizo que la mayoría de los seguidores de culebrones se interesaran de la misma. El final, reflexivo y sorpresivo en algunos casos y repetitivos en otros.


En mi opinión particular el hecho que la hija de Micaela tuviera síndrome de asperger, que Eva Gómez (final mas sorprendente) no dejara de ser una mujer a la que le gustan las cosas fáciles, y el cambio de papeles entre Polanco y Beto dejaron ver que la vida no es rosa y que el hecho de que hoy estemos arriba no necesariamente quiere decir que lo estaremos la vida entera.


Y eso precisamente eso fue lo que gustó el realismo de los hechos. El Mostar el lado positivo de una Mastectomía (remoción de la mama) con las palabras de Gala Moncada entre sonrisas y lagrimas: "ya no estas ahí cáncer".


Los momentos de humor que aportaron Mónica Spears y Mariaca Semprún (Micaela y Shirley) las cuales se consagraron como actrices con sus personajes llenos de ocurrencias y palabras inesperadas evidenciando el excelente guión.


Por otro lado tenemos los desaciertos que no fueron tantos ni tan importantes, el parto express de Micaela. Las supuestas fotos de Karla Troconis tomadas por Larry evidentemente hechas en estudio y no pertenecientes a su vida cotidiana. La escena de la muerte de Hinojosa que si bien no pertenece al final merece destacarla porque a nivel de dirección quedo horrible (yo que no se nada de dirección me di cuenta).


Ya para concluir una de las mejores cosas fue la última escena donde las mujeres prefectas dejaron de querer serlo y se convirtieron en seres de carne y hueso diferentes unas de las otras.

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